Darihanna Mesa Florentino autora de "No puedo tocar el piano". |
La vida es poesía en sí misma, y con inocencia se expresa por doquier. Solo faltan quienes sean capaces de interpretarla,
mediante el lenguaje de los dioses que son las metáforas. Hace falta pues, un alma sensible que perciba
la realidad que pulsa detrás de una forma, densificada por el limitado alcance
de los sentidos físicos con sus reportes frecuentemente falseados.
Y en el ámbito de la literatura
infantil, hace falta un ojo capaz de
describir la danza de un colibrí mientras corteja una flor, y unos
oídos que escuchen el canto de un río
cuando se deja acariciar por el juego coqueto de las ondinas y las nereidas que lo pueblan. Es preciso que alguien
interprete los dulces susurros del viento y de sus vaporosas sílfides con sus
innumerables historias de amores recogidas en sus múltiples andanzas. Y que hable
con los duendes que tiñen de violeta las remolachas y de oro rubí las
zanahorias. Y hace falta también quien sea capaz de describir las mágicas
danzas que realizan las salamandras, mientras llenan de fuego la existencia
humana. Hace falta, pues, el poeta. Ese
ser tan reconocido ―y hasta venerado en otros tiempos—, que llegó a equiparársele con un profeta.
Sí, faltan los cantores, los que con alma sublime perciban las maravillosas expresiones poéticas del mundo,
con los ojos abiertos de la imaginación, y sin encapsularlas, las acomoden con gracia en esos mágicos continentes
que son las palabras.
Con profundo regocijo, hoy les
presentamos a una poetisa en ciernes: Darihanna Mesa Florentino, quien ha
tenido el inmenso privilegio de nacer en una familia amante de la palabra bien
expresada y, por tanto, de escuchar poesía desde que estaba en el vientre de la
madre, ya que, como expresa Juan Cervera, autor español de literatura infantil
y juvenil:
“El lenguaje de la poesía lo
primero que produce en el niño es un agradable distanciamiento muy
ilustrativo. Por pequeño que sea el
niño, ante cualquier muestra de poema que se le ofrece, intuye que hay algo
diferente. La disposición métrica de las
voces acarrea sorprendentes asociaciones fónicas que se le antojan juegos, la
inusual ordenación de las palabras provoca llamativas construcciones sintácticas,
anómalas.
El recurso del lenguaje figurado sugiere significados nuevos. Y por más que el niño no entienda ni sepa
explicar todos estos fenómenos, es evidente que en la globalidad del discurso descubre
rasgos diferentes que en el lenguaje corriente”.
Y esto lo ha percibido la conciencia de esta niña,
cuya sensibilidad se desvela en los rasgos de su producción poética, en la que
con sorprendente frecuencia emerge el elemento agua, símbolo universal de los sentimientos y de las emociones: …. “extraño caminar sobre las olas del mar…” “soñaré volar en un caballo azul para que el
cielo no caiga y se pierda entre las
montañas lluviosas…” “busco la lluvia en tus ojos… “y sobre él lluevan lágrimas
de tus ojos… y tantos otros versos
más.
Darihanna se sabe poesía, porque es vida. Vida que
se expresa en la interrelación de todo lo que existe:
“voy a dibujar un lápiz sobre sus letras…”
“y las letras dibujando un lápiz…”
“voy a dibujar un lápiz escalando montañas
Y las montañas escalando al lápiz escribiendo”
Su poesía revela
la permanente incertidumbre de la existencia humana, por los imprevistos
de la vida, que muchas veces ante la imposibilidad de resolverlos, se nos antojan misterios… la violencia, el
hambre, el desamparo de los niños… lo que cree comprender, lo que no comprende, lo que verdaderamente comprende, lo que la inquieta,
lo que la hace feliz y lo que eleva su
alma… todo cabe en su creación poética que,
muchas veces, de repente nos sorprende con versos que escapan a los
dominios de su corta edad:
“…extraño tu mirar reflejándose en mi espejo
Cuando volábamos en la oscuridad
Extraño tu amor que no podré dejar escapar”.
Darihanna tiene la bendición de unos padres que
atentos observan el desarrollo de su
vida, para guiarla por los mejores senderos, mientras ella, teniendo como norte
escritores de la estatura de René del Risco, José Mármol, Víctor Villegas
y Ángela Hernández, por solo citar
algunos, nos invita a colocar la atención en dos de sus
cualidades sobresalientes: el amor por la literatura y la constancia, esta
última, escasa cualidad en el ser
humano.
La constancia habla de la disciplina que es la más
bella manifestación de amor y
respeto hacia los demás, y que, conjuntamente con la capacidad creadora, permite que el cerebro trabaje íntegramente y
ofrezca un resultado acabado, en el que quede evidenciada la participación del
hemisferio derecho, con su cuota de imaginación y creatividad, y la del izquierdo, con su aporte lingüístico,
su coherencia, cohesión y lógica.
A su corta edad, Darihanna parece intuir que no
basta con “invocar” a la musa, sino que
es preciso, establecer amistad con ella, escucharla, asimilar sus sugerencias y
convidarla a reuniones que se hagan cada
vez más frecuentes hasta que lleguen a
convertirse en cotidianas.
Ojalá que Darihanna también intuya que la vida es un salón de clases permanente y
que cuando no aprendemos una lección, nos vemos precisados a repetirla. Que la
vida es un continuo fluir, que lo único
permanente es el cambio. Ojalá que desde ahora, Darihanna comprenda que la
perfección ha de ser una aspiración,
porque quien cree que la ha alcanzado,
está perdido para siempre.
¡Mis felicitaciones para ella y para sus afortunados padres!
Muchas gracias.
Brunilda A. Contreras N.
Santo Domingo
2 de abril de 2013
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